martes, 2 de julio de 2013

LA LENGUA... Y EL VENENO.

Me gusta aprender de la naturaleza de los animales. Me enseñan cosas que hacemos nosotros los hombres... Especialmente las serpientes... Tienen un encanto inexplicable. Tienen un misterio que hasta el dìa de hoy los expertos estàn tratando de investigar.

Y nosotros parecemos serpientes a la hora de hablar... Me explicarè.

Cuando una serpiente quiere alimentarse, busca su presa. La sigue por un tiempo y cuando està descuidada, le propina una mordida a veces indolora. La presa no siente cuando la serpiente la muerde ya que no siente ni dolor... pero algo sucediò con la mordida: le inyectò su veneno el cual empezarà a circular por su torrente sanguìneo. La serpiente, despuès de la mordida, empieza sigilosamente a seguir a su vìctima porque sabe que en un momento caerà consumida interiormente por el veneno... Sigue el rastro no de la vìctima sino de su propio veneno. La presa no sabe que se està desintegrando por dentro hasta que sin darse cuenta, cae paralizada y muere...

Eso es lo que sucede con la mordida de la serpiente antigua llamada Diablo. Este ser no necesita asustarnos mostrandonos su presencia. Basta con que nos inyecte su veneno mortal en nuestro torrente espiritual para que, sin darnos cuenta, a los pocos kilòmetros caigamos desintegrados, vencidos por su infame mordida... Una insinuación de adulterio por aquì, una tentaciòn financiera por allà, tomar algo que no nos pertenece en un momento dado, una pelìcula pornogràfica, una conversaciòn con una dama de la iglesia sin mayores complicaciones aparentes... Son el veneno que la serpiente està inyectando en nuestro corazòn. Tarde o temprano caeremos vìctima de su veneno. Y es entonces cuando nos devora. Nos devora la santidad. Nos devora la pureza y el testimonio.

La gente se pregunta: ¿Què le pasò al pastor? ¡Tan consagrado que se veìa! Sì, es cierto. Se veìa consagrado. Se veìa muy espiritual... pero lo que nadie sabìa, incluso ni èl mismo, es que alguien lo habìa mordido y le habìa inyectado su veneno hacìa un tiempo atràs... Lo demàs es historia.

Otro misterio que he aprendido sobre las serpientes es este: Asì como de sus colmillos sale el veneno que mata, de ese mismo veneno hacen el antìdoto.  Para poder salvar vidas, tienen que averiguar què clase de serpiente lo mordiò para buscar en los laboratorios el veneno correspondiente a esa especie de serpiente.

Pero hay otra clase de serpiente que tambièn mata: Es la lengua. Pregùntele a Santiago sobre este asunto. El dice que no hay nada màs venenoso que la lengua. Imposible de domar. Imposible de controlar. Su veneno ha destruìdo hogares, ministerios, iglesias, paìses, personas y niños...

Y es de este enemigo del que debemos cuidarnos, queridos pastores. Especialmente en nuestro medio que se mueve tanto esta serpiente destruyendo honor y pureza.

Aunque, como el antìdoto de la serpiente que sale del mismo veneno, tenemos que ser francos y saber que de nuestra propia lengua puede salir el veneno tanto como la cura: Pedir perdòn. Y cerrar la boca.

Hace un tiempo un ministro del  Señor pasò frente a una congregaciòn a la que le damos cobertura ministerial... El ministro pidiò hablar con el pastor solo para inyectarle una porciòn de veneno: Le dijo: "¿sabe usted que los pastores Berges se estàn divorciando"? Lo irònico del asunto fue que hacìa dos dìas estuvimos mi esposa y yo predicando en la congregaciòn que èl tratò de dañar...

¡Asombroso! ¿Verdad?


1 comentario:

  1. ¡Qué tremendo parecido tenemos con las serpientes Pastor!, gracias por el símil, me ha abierto la mente, espero cuidarme de que de mi bova y de mis intenciones no salga ningún veneno para con nadie.

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