lunes, 15 de julio de 2013
LA HISTORIA
Quienes no aprenden de la historia están condenados a repetirla.
Buenos dìas, queridos pastores. Aquì estoy otra vez exponiendo mis pensamientos esperando que les sirvan de algo para su crecimiento personal y ministerial... Claro, ustedes no me lo estan pidiendo pero ya saben. Hay una pasiòn interna nacida del amor a los pastores que me impulsa a buscar temas que nos sirvan a todos.
Cuando estaba preparando mi tesis para mi graduaciòn, mi mentor, el Ps. Julio Agreda me enseñò algo: "Hermano Carlos, nadie escribe nada de sì mismo, todos escriben de alguien màs..." y aprendì eso muy en serio. He tenido el privilegio de escribir unos catorce libros y segùn yo ya no habìa nada màs que escribir. Entonces fue a su librera, sacò unos ocho o nueve libros y me dijo: "Lealos y escriba un resumen de tantas pàginas de lo que le parezca intersante segùn su tesis..." Como siempre, mi interès es la familia, asì que me pasè un año leyendo, estudiando, analizando, escribiendo, borrando y volviendo a escribir... Hasta que todo quedò terminado. Un año, mis queridos hermanos pastores, un año arduo, duro y difìcil, contanto con que tengo que compartir mi tiempo con mi esposa, mi congregaciòn y mi propia salud. Por supuesto, estoy hablando solo de mi tesis de graduaciòn, sin contar el tiempo de estudios para mi doctorado...
¿Què fue lo que hizo el Ps. Agreda conmigo? Me enseñò a aprender de otros. Lo que otros enseñaron antes me sirviò para que yo sacara mis propias conclusiones e hicieron màs fàcil mi investigaciòn del tema familiar. Se lo agradezco infinitamente. Fue una lecciòn invalorable... Aprendì de la historia para no escribir mi propia historia...
Me viene al caso este ejemplo porque los pastores no queremos aprender de la historia de otros:
-Alguien adultera, es avergonzado, humillado y despreciado. Pero creemos que nosotros no lo seremos. Y repetimos el pecado.
-Un pastor es visto con polìticos y se ve envuelto en escàndalos sociales. Creemos que a nosotros no nos sucederà nada y nos enrolamos en compromisos fuera de nuestro llamado. Repetimos el caso.
-Una hermana muy "necesitada" de afirmaciòn enrolò a un siervo del Señor en una relaciòn peligrosa. Es puesto en evidencia. Creemos que nosotros seremos màs cautos. Repetimos la situaciòn.
-Un pastor descuidò a su esposa e hijos. La esposa se fue con un diàcono màs amable con ella, sus hijos se fueron a las pandillas. Creemos que eso no nos sucederà a nosotros... Craso error.
-Un pastor, en lugar de esperar en la Providencia del Señor, toma dinero de la Iglesia. El pueblo se da cuenta y lo acusan de ladròn. Pierde autoridad y respeto. Pero a nosotros "no nos pasarà nada". ¿Serà cierto? Lo dudo.
Estos casos son unos pocos para darnos cuenta que si yo no aprendo de otros estoy condenado a repetir las mismas faltas, los mismos pecados y serè puesto en la misma evidencia que mis antecesores... Por eso debo estar atento, no para juzgar, sino para cumplir el mandato: El que crea estar firme, mire que no caiga. Eso dice la Biblia.
Termino: ¿Usted cree que a usted no le sucederà lo mismo que a sus compañeros de milicia que cayeron en esos vergonzosos asuntos...? Piènselo, querido pastor, piènselo...
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Ciertamente se viene a la mente aquellas horas oscuras en que pasa aquella persona que por "X" razones va a parar a las bartolinas o a la cárcel directamente y que reflexiona y piensa: ¿en qué estaba pensando cuando hice esto o lo otro? Creo que esta enseñanza aplica para todo el creyente, que indistintamente en que nivel está, siempre puede está latente el lazo o trampa que el enemigo pone para que caigamos. Y sí, en el mayor número de casos, sólo cuando estamos en momentos oscuros, de bochorno, de humillación, es cuando pensamos: TUVE QUE HABER APRENDIDO DE LO QUE ME ENSEÑARON, de lo que ví u oí de aquel hermano o hermana que le fue mal. Por ello le pido a mi Dios, siempre su misericordia que me ayude a presentarlo a Él ante alguien que no lo conoce como se debe y que aprenda de mis lecciones, de mis errores que con el tiempo han sido un alto costo que no se recupera. Un abrazo apreciable pastor. Roberto González.
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