martes, 16 de julio de 2013

¡QUÈ DIFÌCIL...!

Cargar un ataùd es fàcil. Unos cuantos metros y al sepulcro. Se acabò. Unas flores, un discurso consolador y fin. Caput.

Pero...

Cargar un cuerpo muerto a cuestas es bastante difìcil...

Suena irrisorio. Suena inaceptable. Suena utòpico...

Pero es cierto. Lo cargamos todos. El pastor. El lìder. El Doctor en teologìa y el Màster en Divinidad... Lo cargan los hombres valientes que han dejado todo por seguir a Jesùs. Como Pablo. Se sintiò tan intimidado por ese cadàver andante que tuvo que pegar un grito de agonìa... ¡Miserable hombre de mi...!

Ese cadàver que no nos deja por un momento. Nos persigue con su hediondez y fetidad. No nos deja ni por un momento. Nos hace hacer cosas que no queremos porque, aunque ya està muerto, insiste en hacernos creer que està vivo.

Es la tragedia del hombre cristiano. De la mujer temerosa de Dios. Del hombre que quiere vivir en pureza, en un momento imprevisto... ¡Zaz! ese cadàver saca sus horribles y negras uñas y empieza a arañar el deseo interno y puro de querer agradar a Dios, de obedecerlo y cumplir Su palabra. Pero ese muerto toca nuestra lengua y hablamos màs de la cuenta.
Toca nuestros sentidos y pensamos lo que no debemos.
Toca nuestros ojos y vemos lo que no debimos ver.
Toca nuestra honradez y nos hace robar lo ajeno.
Toca nuestra fidelidad y traicionamos a nuestra pareja.
Toca nuestro anhelo de amistad y traicionamos al pastor, a la oveja, al servidor...

Pero "...doy gracias a Dios por Jesucristo..." dijo Pablo...

¿Ya se dio cuenta que el ùnico que toca este espinoso tema es èl? El ùnico apòstol valiente que desnuda su corazòn y se quita la coraza de falsa pureza es Pablo que nos invita a hacer lo mismo: Reconocer nuestra ineficacia para vencer ese cadàver. No importa el tiempo que tenga usted de conocer a Jesùs. Es màs, tenga cuidado. Mientras màs viejo màs... mañoso... decimos en Guatemala...

Por eso me gusta Pablo. No esconde sus miserias. No las esconde detràs de un tìtulo ni detràs de un pùlpito brillante y bien barnizado, no las esconde detràs de una teologìa santurrona e hipòcrita. No las esconde detràs de un sistema evangèlico de tal o cual denominaciòn. No, Pablo abre su corazòn y sus labios para darnos la clave para no dejar que ese muerto nos haga sentir fracasados. Que no nos deje tirados a medio camino. Que no nos quite el sueño ni el hambre, ni el deseo de hablar con Dios, ni el anhelo ardiente de seguir predicando La Palabra...

Pero es difìcil. Si, es difìcil querer vivir rectamente y de pronto, sin darnos cuenta, ese esqueleto nos ataca por donde menos pensamos y hacemos lo que no queremos hacer...

Pero..."Doy gracias a Dios por Jesucristo". Èl sabe que he hecho mi mejor esfuerzo. Èl conoce mi corazòn como conociò el de David, el de Pedro, el de Pablo, asì conoce el suyo. Siga adelante, hermano pastor, siga adelante... Sacùdase el polvo, levàntese y tòmese de la Ùnica Mano Santa: La de Jesùs... Yo sè por què se lo digo...

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