domingo, 30 de junio de 2013

¿DEUDAS, PASTORES...?

"...Tu siervo, mi marido, ha muerto, y tú sabes que tu siervo temía al SEÑOR; y ha venido el acreedor a tomar a mis dos hijos para esclavos suyos..." 2 Reyes 4:1

Uno de los síndromes màs comunes en el pastorado es ocuparse por entero de su congregaciòn.  El pastor fácilmente se vuelve el hombre orquesta... Si èl no està nada funciona. Incluso cuando consigue hacerse de un vehículo  adquiere uno que le sirva a su congregaciòn... Mejor si es pick Up porque es uno tan versátil que lo mismo sirve para llevar y traer gente, sillas, muebles y hacer menajes de casa de sus miembros... incluso sirve para llevar los cadáveres de los hermanos que se mueren y hay que llevarlos al cementerio... El pastor està allì para suplir sus necesidades...

No sè que diría Pablo si nos viera en tales condiciones... O seguramente Jesùs llamaría la atenciòn para decirnos: "Yo no te puse por enterrador, yo te puse para mejorar la vida de mis hijos, no para empeorarla màs..."

Este es el caso del "siervo de Jehovà", esposo de la mujer que le habló al profeta Eliseo. Estaba casada con un sacerdote del Templo. Se supone que su marido era un hombre de fe. Vivía del ministerio y era sostenido por la Mano Poderosa de su Patrón... El Señor Todopoderoso... El mejor empleador del mundo.

Pero murió.  Natural. Todos tenemos que morir un dìa... Lo asombroso es que este servidor del Templo, en vez de dejar a su familia en buenas condiciones financieras, les dejó una herencia de deudas. Deudas, temor y pobreza... Tanto que ahora son sus hijos los que deben terminar de pagar esas deudas. Son los hijos los que deben terminar de pagar las tarjetas de crédito del famoso pastor que sirviò tanto a su comunidad que se endeudò construyendo su templo, llevàndolos al bautismo en agua a costas del presupuesto de su familia, consiguiendo medicinas y doctores para sus ovejas y dandoles el gasto que le pertenecìa a su esposa...

Hasta que el hombre muriò. Y lo ùnico que dejò no fueron bendiciones. No dejò solvencia financiera. No dejò la casa al dìa. No dejò los recibos cancelados. Al contrario: le quedò debiendo al panadero de la cuadra. Se fue debièndole al zapatero y el colegio de sus hijos a quienes ya no les dieron examen hasta que se pusieran al dìa... Pero en la iglesia todo quedò en orden. Al dìa. Cumpliò con sus ancianos y sus ovejas. A costa de la libertad de su familia. A costa del dolor de su esposa al saber que los acreedores se llevarìan a sus hijos a cortar cafè sin goce de sueldo hasta que cancelaran el ùltimo centavo que dejò sin pagar el "siervo de Dios..."

Irònico, ¿cierto? Fue luz en la calle y oscuridad en su casa. Cuidò viñas ajenas pero no cuidò su propia viña. No fue siervo de Dios. Fue siervo de las deudas. Dice la Biblia que el que presta se hace esclavo del que prestò. No lo olvidemos, pastores. No fuimos llamados por Dios para suplir las necesidades de la Esposa del Cordero, fuimos llamados a suplir las necesidades de nuestra esposa. Imitemos a Juan: Yo no soy el Esposo, yo solamente soy el amigo... No ocupemos un lugar que nunca nos han asignado... No lo olvidemos y dejaremos una buena herencia a nuestra familia...




1 comentario:

  1. Preciosa enseñanza, que aunque tarde la he recibido, nunca es tarde para enseñársela a otros o aplicarla a lo que nos resta de vida. Dios le siga utilizando en este minsiterio y sus enseñanzas sean herencia para las nuevas generaciones. Un abrazo fraternal.

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