sábado, 20 de julio de 2013

NO CODICIARAS...

Espero que este escrito le llegue a tiempo a alguno de mis lectores pastores...
Todo el mundo sabe que uno de los diez mandamientos es "No codiciarás" (Deuteronomio 5:18). Sin embargo, la mayoría de las personas no saben cómo funciona esto.
¿Cuál es la diferencia entre admirar las cosas de alguien – incluso desearlas para ti mismo – y la codicia? Los sabios explican que la prohibición de codiciar sólo se transgrede cuando comienzas a planear cómo obtendrás algo de la otra persona. Incluso si tienes la intención de ofrecerle un precio muy por encima del valor de mercado, la mera planificación de cómo apoderarse de su propiedad es un problema de “codicia”. Por supuesto, si la otra persona ha indicado previamente su voluntad de vender algo, no hay restricciones. Pero la Biblia es muy estricta acerca de algo que no está a la venta.
Recuerde todo lo que se desencadenò en la vida de Acab y su esposa Jezabel a causa de haber codiciado la viña de Nabot...
La idea es simple. Tenemos que aprender a respetar la propiedad de los demás hasta el punto en que consideremos que sus cosas son completa y absolutamente intocables bajo cualquier circunstancia. Si son puestas a la venta, entonces pueden entrar en nuestra dimensión en potencial, pero hasta ese momento, ni siquiera es algo que se pueda considerar.
La Biblia lo expresa muy bien: “No codiciarás su propiedad, ni a su mujer”. Su propiedad debe ser tan tabú como su esposa. De la misma manera en que ninguna persona normal trataría de hacer un complot para conseguir que alguien entregue voluntariamente a su esposa, así también con su propiedad.
Los Sabios explican por qué: Si crees que tienes derecho a adquirir la propiedad de otro a pesar de que él es feliz con ella y no quiere venderla, entonces no tienes respeto absoluto por su propiedad. Y no tener respeto absoluto por la propiedad ajena es el primer paso en un camino muy resbaladizo hacia la deshonestidad y el robo descarado. Esto quiere decir que cuando codiciamos la propiedad de otro estamos siendo deshonestos con nosotros mismos y con nuestro pròjimo...
Ahora: ¿Què decir de los pastores que se adueñan de las esposas de otros? ¿Què decir de los "siervos del Señor" que le roban la corderita al hermano que està cuidando carros mientras èl coquetea con ella? ¿Còmo verà Dios esta acciòn tan cobarde y deshonesta? ¡Con razòn hay tanto pecado escondido en las congregaciones!  Y, segùn mis estudios, el pecado màs frecuente es el adulterio. Tanto de hombres como de mujeres. Por una sencilla razòn: Codicia... 
Asì que, querido consiervo, cuando usted estè a punto de poner sus ojos en una hermana y sienta que por su torrente sanguìneo empieza a correr cierta sensaciòn de fuego, recuerde el mandamiento: No codiciaràs la mujer de tu pròjimo. Por eso el adulterio es un robo en dos direcciones: Se roba la mujer ajena y luego se roba dinero para poder llevar a cabo el pecado... Piènselo. Le va a salir caro...

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