miércoles, 8 de mayo de 2013

ES JESÙS, PASTOR, ES JESUS...

Necesitamos recordar algo...

Necesitamos no olvidar lo que sigue...

Necesitamos recordar que los primeros discípulos fueron hombres ordinarios llamados a una misiòn extraordinaria.

Antes de plasmar a los santos en los cristales de colores de nuestras catedrales, Pedro, Juan y todos los demás  eran simplemente personas comunes y corrientes tratando de ganarse la vida. Eran pescadores. Trabajaban de sol a sol. Como usted o como yo. Estaban afanados tratando de llevar el pan a sus casas. Sus esposas e hijos dependían de ellos y ellos dependían de su conocimiento de la pesca.  Ellos también  como nosotros, trataban de llevarse bien con la vida para que ésta los tratara bien a ellos.

Estos muchachos no eran graduados del seminario ni gigantes espirituales. No poseìan cualidades sobrehumanas. Lo más que podemos decir de ellos es que su devoción hacia Jesùs sobrepasaba, por un pelo, sus temores e inseguridades...

Como resultado, Dios los cambiò y los usò para lograr cosas inconcebibles.

Hicieron cosas que nunca se imaginaron que podrían hacer. No solo eran buenos pescadores, también se convirtieron en buenos pescadores de almas. Llegaron a conocer tan bien a su Maestro que al final, dieron su vida por Èl. Valía la pena entregarse en cuerpo y alma por un Hombre como Jesùs. Èl los había cambiado. Había roto sus paradigmas de cobardía y mediocridad para convertirlos en ejemplos de valor, de persistencia, de fe y de confianza en Èl y en sì mismos...

Un dìa los enviò en la barca al otro lado solo para enseñarles como se manejan las tormentas. Otro dìa los llevó a presenciar a un endemoniado para que observaran como se libera a un poseído  En otra ocasión los llevó a cenar a la casa de un fariseo para enseñarles cómo debe honrarse a la mujer. Y, lo que más me agrada, en una ocasión los llevó a unas bodas en Canà para enseñarles cómo disfrutar la vida. Èl no quería santos de monasterio ni santos de vitrina sino santos de carne y hueso, que sepan reír  que sepan alegrarse, que conozcan la manera en que los santos disfrutan las cosas buenas de la vida...

Entonces, mi querido pastor, ¿Por què Dios no podría hacer, o no haría  lo mismo dentro y a través de usted y de mì? Si Èl fue tan poderoso para sacar los diamantes de esos carbones... ¿No cree que puede hacer lo mismo con nosotros?

Así que no se desanime. Jesùs todavìa està cambiando varones para convertirlos en hombres... Usted y yo podemos ser parte de ellos... Es Jesùs, pastor, es Jesùs. No somos nosotros...


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