miércoles, 12 de junio de 2013

PRIORIDADES


Que tal, hermanos pastores...

Hay una linea que no debemos cruzar.

Es la lìnea de la responsabilidad familiar... Lamentablemente en el instituto a muchos les enseñaron un axioma bien equivocado: "Deje todo pero no el ministerio" Y todo es todo. Esposa, hijos, casa...

Pablo le pone un freno a este pensamiento machista  y destructivo. "Si no sabes gobernar tu casa, còmo pretendes gobernar la Iglesia del Señor" nos dice.  Pero de eso se hace caso omiso en ciertas enseñanzas...

Es por eso que muchos pastores no tienen la calidad moral ni espiritual para dirigir a su congregación  No tienen autoridad para dirigir a los jòvenes por el sendero de santidad sencillamente porque no han sabido dirigir a sus propios hijos en ese camino.  Son màs pastores de congregación que padres de familia...

Y, lógicamente  el primer ministerio no es la iglesia. El primer ministerio es la familia. Esa es la verdadera iglesia que debemos pastorear. Es ese pequeño grupo de ovejas por las que daremos cuenta en el dìa que nos presentemos ante el Señor...

¿Què hiciste con la mujer de tu juventud? Es la pregunta que sigue resonando a todo lo largo de la Biblia.  Y, para muchos varones de Dios, esa pregunta no tiene una respuesta adecuada. Porque la han dejado a medio camino. Algunos aducen que ella no quiere nada con el Señor. Muy bien, estoy de acuerdo... pero ¿por què no la ha pastoreado correctamente? ¿Por què no le ha transmitido su visiòn? ¿Còmo es que sus hijos no quieren nada con el evangelio? Le pregunto: ¿Què clase de evangelio les està predicando en casa? Porque no me puede negar que el lugar màs difìcil para predicar no es un estadio lleno de gente... Es la casa donde quizà dos o tres personas nos cuestionan nuestra conducta, nos cuestionan nuestro caràcter, nuestra provisiòn, nuestro cuidado...

Al hermano Pablo le leì esta historia. Se las comparto...

"A un clérigo, en su último descanso terrenal, lo estaban velando muchos de su congregación. De repente entró un joven a la sala, con rostro que revelaba indicios de que era alcohólico. Contemplando el cuerpo inerte y viendo en torno suyo toda esa gente de maneras refinadas, dijo: «Ahora sé, padre, dónde estabas tú cuando yo más te necesitaba.»
Parece que aquel clérigo no había comprendido que la primera responsabilidad de todo esposo es su esposa, y que la primera responsabilidad de todo padre son sus hijos. Cuando se altera ese orden, el resultado siempre es la desgracia".

¿Còmo estamos cuidando ese òrden, entonces? No nos pediràn cuentas de cuántas congregaciones pastoreamos, cuantos templos construìmos, cuantas familias llevamos a Cristo... Nos preguntaràn què hicimos con nuestra pequeña y gran congregaciòn... Cuatro generaciones, pastor, cuatro generaciones estamos afectando para bien o para mal... Piènselo...

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