No se moleste conmigo, querido pastor por lo que va a leer... Pero es una realidad en nuestro medio...
Para empezar, debemos aceptar que a todos, todos sin excepción nos gusta ser honrados. Es algo que necesitamos. Realza nuestro ego. Nos hace sentir bien cuando nos invitan a eventos en donde nos sentarán en las primeras sillas. Cuando el encargado de protocolo nos indica que nuestro lugar està al lado del alcalde, del gobernador o del Presidente, eso es agradable, no lo dudo...
Y, claro, como ministros de Dios, tenemos algo que los ministros de la tierra no tienen. No tienen la investidura celestial. Ellos son representantes de un gobierno terrenal que durará lo que dura una flor, mientras nosotros somos representantes de un Gobierno Eterno. Ellos son embajadores de un oficial de gobierno electo por el pueblo, nosotros somos embajadores de un Reino de Facto. No hay parangón .. Sin embargo el honor que ellos brindan es peligroso para nuestro desempeño.
Lo he visto cientos de veces. "Hombres de Dios" peleàndose por los primeros lugares. Preguntando al protocolo: ¿Donde me voy a sentar? No ¿Donde me debo sentar?. Son dos cosas diferentes. Pero asì es la vida. No debiera ser asì porque nosotros no pertenecemos a ningún gobierno terrenal pero la parte humana se interpone y la niñez de nuestros corazones no permite que aflore el verdadero Caràcter de Jesùs que dijo: "Yo no recibo honra de los hombres..." ¿Por què dijo eso el Maestro?
Porque el honor es una forma de soborno y el soborno cierra los ojos de la sabiduría .. El Talmud enseña que cuando un siervo de Dios acepta que los grandes de la tierra le honren con honores que exceden su papel, està corriendo un grave peligro. Està empezando a navegar en los linderos del soborno... Despuès serà el lloro y crujir de dientes cuando ya no pueda vivir sin eso, sin ese sentimiento de grandeza que da el estar al lado de los que se dicen "grandes", olvidando que el que realmente es grande es Jesucristo...
Pero los pastores se dejan marear por esos momentos de gloria humana. Un acto que durará apenas treinta minutos para algunos son momentos que les inyecta vitalidad a sus ministerios, oropel, brillo falso de ser tomados como importantes por gente que al irse a otro pueblo se olvidan de ellos... pero no del compromiso que han adquirido con su causa... El haber aceptado ser honrados con los primeros lugares, honrados con un recuerdito barato, con una camisa o un obsequio para su congregaciòn conlleva detrás un compromiso que despuès deberán pagar con creces, vergüenza y dolor...
No estoy en contra de asistir a algunos eventos en donde nuestra influencia es decisiva. Debemos estar allì pero no para ser honrados sino para honrar al Unico que lo merece: Jesùs. Debemos estar allì pero para decirle a los importantes de la tierra que sin Jesùs nada podrán hacer. Debemos estar allì para que ellos sepan que no somos ministros de baja estofa sino reyes y sacerdotes del Dios Todopoderoso... pero para eso debemos salir con las manos vacías y el corazòn lleno de gozo de haber representado con dignidad y respeto a nuestro Señor...
En estos tiempos, querido pastor, recuerde... El honor es una forma de soborno. Que no lo sobornen, que no le compren su conciencia ni sus principios ni su ética .. Enfòquese en lo que usted es: El grande que Dios ha engrandecido. No necesita màs...
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