Para nosotros hay diez mandamientos. Bueno, en realidad, son 613 los que la Torah contiene. La Torah son los cinco libros de Moisès. La base de toda la Escritura. No entrarè en discusiones sobre si estamos para estudiar el Pentateuco o solo de Mateo en adelante... Eso lo dejo para los que gustan discutir sobre Alta Crìtica...
Pero la verdad es que los mandamientos no son mandamientos... Son encargos. Cuando usted, amable pastor, toma la Ley de Dios como un encargo ya no serà una carga obedecerlos. Por eso Jesùs nos dijo: "Mi carga es ligera..." Y Jesùs es el mismo que estuvo en Sinaí, ¿cierto?
Bueno... viendo asì las cosas, cuando estudiamos los mandamientos... ¿què tal serà darles la entonación correcta?
"Te encargo que no robes". "Te encargo que no adulteres" "Te encargo que honres a tus padres" Y la lista sigue... ¿Què beneficios tienen estos encargos? Muy sencillo: proveernos restricciones. La vida tiene muchos placeres que brindarnos. Muchos. Sexo, futbol, TV, cine, chismes, adulterios y fornicaciones... Pero precisamente por eso el Señor nos protege poniendo una serie de cercos alrededor de nuestras vidas para que nos vaya bien. El ùnico deseo del Señor es que los pastores vivamos (y no solo nosotros, tambièn su pueblo), una vida de santidad, una vida agradable a Èl que es a quien debemos rendirle cuentas...
Por ejemplo: Cada mandamiento o encargo tiene en sì una promesa de bien. No robes y no iràs a la carcel. No adulteres y no perderás tu matrimonio. No forniques y no perderás tu ministerio. No mientas y viviràs en la verdad... ¿Lo ve? Entonces, cuando cumplimos los encargos o mandamientos, los beneficiados somos nosotros. No el que los dio. El Señor tiene planes de bien para nuestras vidas... siempre y cuando cumplamos Su Ley... Eso le dijo a Josuè: Este libro de la Ley no se apartará de tu corazòn, meditaràs en èl dia y noche... para que te vaya bien...
Todo me es lìcito pero no todo me edifica dijo el rabino Pablo. Los placeres que la vida me ofrece no todos son malos. Pero debo cuidarme que no me atrapen y me subyuguen al extremo que yo me olvide de lo demàs... Vea televisiòn veinte horas al dìa, siete dias a la semana y usted terminarà odiando la televisiòn. Lea el periòdico todos los dìas y de pronto se encontrarà totalmente aburrido. El placer tambièn cansa. Agota. Desgasta. He allì el porqué de la restricción .. Coma carne todos los dìas y usted aborrecerà muy pronto el churrasco por muy sabroso que sea... Cualquier dìa desearà comer frijoles otra vez.
La vida sin restricción es incolora, aburrida y carente de inspiración. Quizás estamos comenzando a reconocer que el hecho de limitar las cosas que hacemos, le agrega brillo, pasión y vigor a la aventura que llamamos vida. ¡Vamos!, disfrute la vida que el Señor le da cada dìa... pero con medida...
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