Cirugía plástica. Cambio de nariz. Estiramiento de piel en la cara. Esconder pedazos de piel en la barbilla. Partirse la barbilla. Depilarse las cejas. Esconder la papada...
Todo esto para parecer lo que no se es.
Pero no es solo eso. Tambièn hacerse un nombre. Levantarse cada mañana pensando en còmo ser màs grande que otros. Como predicar mejor. Como vestir mejor. Como salir mejor en tele... Como ser amigo de polìticos de renombre. Es decir, como colgarse de otros que son màs grandes para salpicarse de esa "grandeza" y salir en la foto...
Esa es la meta de hoy en dìa para muchos pastores. No es nada nuevo. Ya en los tiempos del rey Saùl se conocía esto. Era una costumbre parecer ser lo que no se era. Isaì lo sabìa muy bien... Por eso, cuando Dios le ordenò a Samuel que fuera a buscar al pròximo rey que iba a subir al trono en lugar de Saùl, Isaì le puso enfrente sus mejores tarjetas de presentación...
Y, si Dios no hubiera detenido a Samuel, èste se deja influenciar por lo que estaba viendo: hombres grandes, corpulentos, finamente moldeados como guerreros. Soberbios y arrogantes. Bueno, tenían la pinta de todo buen pastor educado y bien entrenado para presentarse ante el pùlpito o las cámaras de TV. Los hijos que Isaì estaba presentando ante el enviado de Dios para ungirlo como pròximo rey de Israel tenían todo. Bueno, todo lo que un enviado podìa desear tener como gobernante. Pero no para Dios. A Dios no le impresionó en nada Isaì cuando le presentò sus candidatos. Èl se lo dijo a Samuel:
“Dijo Dios a Samuel: ‘No mires su figura, ni lo elevado de su estatura, porque lo he desechado, pues Jehovà no ve lo que ve la persona, porque la persona ve con los ojos, pero Jehovà mira el corazón’" Samuel I, 16:7. Y lògicamente, llegò la famosa pregunta: ¿Tienes otros hijos...? Y la respuesta nos da material para largo: "Sì, hay otro que està cuidando el rebaño". Es decir, ni tiene pinta de guerrero, ni es alto ni fornido, tampoco es estudiado en teologìa, tampoco ha cursado estudios en el instituto teológico, no tiene licenciaturas ni mucho menos doctorados. Asì, que Samuel, el que falta no nos hace falta. Empecemos porque el colochito que falta no creo que te interese...
Y allì estuvo el error de Isaì. Cierto, posiblemente no le interesaba a Samuel... pero sì le interesaba al Señor. Como usted. No tenìa "pinta" de pastor o lìder. No era versado en teologìa. No tenìa licenciaturas ni doctorados. No tenìa carisma. Sus padres le dijeron que como no conseguía trabajo para ganarse la vida, que se metiera por lo menos, a pastor. O el primo que se fue a los USA y que le ha ido "bien" le manda una pequeña limosna para que se sostenga usted y sus hijos porque, como "el pobrecito es pastor, hay que ayudarlo..." O, como me dijo una señora hace unos años: "Es que los siervos del Señor tienen que sufrir". Yo renuncié a esa maldición por supuesto, pero asì es como ven a David los otros...
“Dijo Dios a Samuel: ‘No mires su figura, ni lo elevado de su estatura, porque lo he desechado, pues Jehovà no ve lo que ve la persona, porque la persona ve con los ojos, pero Jehovà mira el corazón’" Samuel I, 16:7. Y lògicamente, llegò la famosa pregunta: ¿Tienes otros hijos...? Y la respuesta nos da material para largo: "Sì, hay otro que està cuidando el rebaño". Es decir, ni tiene pinta de guerrero, ni es alto ni fornido, tampoco es estudiado en teologìa, tampoco ha cursado estudios en el instituto teológico, no tiene licenciaturas ni mucho menos doctorados. Asì, que Samuel, el que falta no nos hace falta. Empecemos porque el colochito que falta no creo que te interese...
Y allì estuvo el error de Isaì. Cierto, posiblemente no le interesaba a Samuel... pero sì le interesaba al Señor. Como usted. No tenìa "pinta" de pastor o lìder. No era versado en teologìa. No tenìa licenciaturas ni doctorados. No tenìa carisma. Sus padres le dijeron que como no conseguía trabajo para ganarse la vida, que se metiera por lo menos, a pastor. O el primo que se fue a los USA y que le ha ido "bien" le manda una pequeña limosna para que se sostenga usted y sus hijos porque, como "el pobrecito es pastor, hay que ayudarlo..." O, como me dijo una señora hace unos años: "Es que los siervos del Señor tienen que sufrir". Yo renuncié a esa maldición por supuesto, pero asì es como ven a David los otros...
A pesar del hecho de que David no tenìa un físico tan impresionante, sí tenía lo que hacía falta para ser el fuerte líder que Israel necesitaba...Esto nos enseña una lección muy importante sobre cómo se supone que debemos juzgar a las personas. Vivimos en un mundo muy superficial. Somos juzgados en base a la apariencia, y es por eso que la cirugía plástica y el verse eternamente joven son cosas tan importantes. Jesùs dice que la verdadera grandeza de la persona no es medida por la apariencia externa; la verdadera grandeza reside en el alma.
Es allì donde debemos poner los ojos... No en los anillos de oro o el tipo de carro que manejan los otros... O el tipo de amistades con quienes se codean. Es en el alma...
Es allì donde debemos poner los ojos... No en los anillos de oro o el tipo de carro que manejan los otros... O el tipo de amistades con quienes se codean. Es en el alma...
No hay comentarios:
Publicar un comentario