lunes, 22 de abril de 2013

¡CUIDEMONOS, PASTORES...!


Bueno, es un hecho inevitable de aceptar...

Los cuatro evangelistas lo confirman. Cada uno a su manera pero todos coinciden en que lo que sucedió en el patio del pontífice romano fue verdad...

Una vergonzosa e ignominiosa verdad: Los paradigmas del pueblo pidiendo que crucificaran a un hombre. Eran los mismos que se retiraban santurronamente el sábado para celebrar religiosamente su dìa. Eran los mismos sepulcros blanqueados que predicaban la Torà de Dios. Eran los mismos que cuidaban que nadie quebrantara ni un punto de la Ley... Eran los mismos que prohibían que se comiera cerdo, chorizo o cualquier clase de embutido...Eran los mismos que enseñaban que el mandamiento eterno enseña que hay que amar al prójimo... Eran los mismos... Què vergüenza...

Juan 19:6 dice: "Entonces, cuando le vieron los principales sacerdotes y los alguaciles, gritaron, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale! Pilato les dijo: Tomadle vosotros, y crucificadle, porque yo no encuentro ningún delito en El".

Todo esto sucedió dentro del plantel donde estaba la guardia romana cuidando a su gobernador. Era el pretorio. Por lo tanto, estaban fuera de la vista de sus seguidores. O sea que estaban protegidos por las paredes del pretorio. En escondidas estos pastores mentirosos incitaban al gobernador a que crucificara a un hombre del pueblo. Era judío  por lo tanto, era su hermano de sangre. Era de una de sus tribus. Debían haberlo defendido del imperio romano. Debieron protegerlo y pedirle clemencia al gobernador... Pero no. Estaban tan llenos de podredumbre que olvidaron el segundo gran mandamiento... El pueblo no los veía porque estaban fuera de su vista... O sea que...

Debemos tener sumo cuidado cuando el pueblo no nos ve. Porque podemos caer en estas mismas actitudes. Es en las cuatro paredes de un motel donde algunos pastores se revuelcan en las inmundicias del adulterio. O es en las cuatro paredes de una cantina donde algunos maestros de la Biblia se  emborrachan y se fuman sus pitillos... Es fuera de la vista de la iglesia cuando los pastores golpean a sus esposas o viceversa. Es fuera de la vista de sus ovejas que algunos pastores expresan palabras fuera de toda moral. Vulgares, malcriados y ofensivos...

Nosotros, los que enseñamos que no se debe robar, ¿robamos? preguntó Pablo. Lo mismo aplicó a los antiguos sacerdotes de la ley cuando Pilato, el más sanguinario de los hombres de su tiempo, no encontró nada malo en el hombre que estaban juzgando... "yo no encuentro ningún delito en èl" les dijo. O sea que la ley romana, ejemplo de justicia, fue más justa que los supuestamente "justos". Con razón dijo la Palabra: No hay justo, ni aún uno... Allí tenemos el ejemplo. Pero también aquí en nuestro medio. Donde vivimos. Donde predicamos. Donde enseñamos...

Cuidemonos pastores. Cuidemonos no de nuestros atacantes sino de nosotros mismos... Y tengamos mucho cuidado cuando las puertas de nuestra vida se cierren a la vista pública .. podemos ser uno de los principales sacerdotes...

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